Amigos para siempre

Desde hace unos días tengo mucha ilusión por escribir esta entrada. Concretamente desde el viernes 13 de enero de este año. Incluso tenía claro el título desde el primer momento. Ahora que sé que puede que alguno de los protagonistas lo lea, me va a costar escribir como siempre lo hago aquí, sin importarme en absoluto quien lo vaya a leer. Pero voy a intentar que eso no afecte para poder describir todo lo que pienso con detalle.

Mis años de carrera no han sido precisamente los más felices de mi vida. Puede que hasta hayan sido los más difíciles, sobre todo el segundo. Ahora, desde la distancia, no lo veo tan grave, pero en ese momento me llegué a plantear la posibilidad de cambiarme de universidad y continuar la misma carrera en otra. No me quiero extender demasiado en este tema ahora, quizás en otra entrada. La cuestión es que este año me he dado cuenta de que durante esos años de universidad tuve a mi lado a dos personas cuya amistad quizás no he valorado tanto hasta hace relativamente poco.

Con ella he compartido trabajos, estudios, planificación de viajes, temas más personales, familiares… Más allá de eso, sé que puedo contar con ella siempre y para todo, pero digamos que no es de las primeras personas a las que recurriría en cualquier situación. Aún así, le considero una de las personas más bellas que he podido conocer en mi vida.

Con él también he compartido muchos trabajos y muchas horas de estudio (a distancia y en la biblioteca), probablemente ha sido la única persona que conocí en esos 5 años que nunca le importó explicarme más de una vez algo, compartir conmigo sus trabajos ya entregados… Aunque parezcan tonterías, fueron detalles importantes con los que yo me sentía cómoda como con nadie de la universidad podía. Pero en realidad va más allá nuestra amistad. Pudo incluso pecar hasta de pesado (o yo de pasota, que también), pero es que si no hubiera sido por él, no nos conoceríamos tanto ni tan bien. Cada conversación con él ha sido profunda e importante, reflexiva y enriquecedora. Y hoy en día es un lujo tenerle en mi vida.

[Eres un descubrimiento constante, me sorprendes en cada una de nuestras conversaciones. Y si hasta ahora no lo sabías, siento no habértelo dicho. De verdad que te agradezco todo. Sufro cada vez que recuerdo tu accidente y doy gracias a quien se las deba de que sigas aquí.]

Lo que yo no sabía (y probablemente ellos tampoco) es que entre los 3 podíamos formar una amistad tan maravillosa. Hace unos días quedamos en casa de él para cenar. La cena se transformó más tarde en un concierto improvisado acompañado de una clase básica de guitarra. Y es que si a mí me pones La Oreja de Van Gogh, me ganas…

Me da rabia haberme dado cuenta, ahora que ya hemos terminado la carrera, de que congeniamos tan bien, mucha rabia. Pero, por otro lado, si nuestra amistad se ha fortalecido ahora que a penas nos vemos, no dudo de que desde ahora será para siempre.

Deseando dar a tus vecinos un nuevo concierto improvisado…

PD: la magia existe, y se llama música.

Deja un comentario